Herpes Zóster, Histoplasmosis y Leucoencefalopatía multifocal progresiva, 

El herpes zóster (también conocido como 'culebrilla') es una infección causada por el mismo virus de la varicela, que pertenece a la familia de los virus herpes. Se llama virus de la varicela zóster (VVZ) o virus del herpes humano tipo 3 (VHH-3)

Para que una persona desarrolle la infección por el VVZ, tiene primero que haber pasado la varicela y, tras un período largo de adormecimiento del virus, éste puede reactivarse y dar paso a un brote del herpes zóster.

Muchas personas desarrollan la varicela en algún momento de su vida, por lo general en la infancia, aunque también puede darse a cualquier otra edad. A pesar de que las lesiones que produce en la piel se curan, el virus permanece en las raíces nerviosas, muy cerca de la médula espinal de las personas infectadas, de una manera latente o inactiva. Cuando se activa, se disemina a lo largo de la vía nerviosa, causando primero dolor o sensación de quemadura.

El VVZ no se transmite a otra persona que ya haya pasado la varicela o que se haya vacunado para evitar la enfermedad. Sin embargo, alguien que no la haya padecido o que no se haya vacunado puede desarrollar varicela si entra en contacto con una persona con un brote de herpes.

Causas

Si bien la causa de su reactivación generalmente se desconoce, el herpes zóster puede manifestarse tras un deterioro del sistema inmunitario. El envejecimiento también está asociado, así como situaciones de estrés o cualquier otra que pueda alterar las defensas del organismo.

VVZ en personas con VIH

Entre la población general, de un 3% a un 5% de las personas con VVZ pueden desarrollar herpes zóster en alguna etapa de sus vidas. En cambio, según algunos cálculos, entre las personas con VIH, las posibilidades son entre 15 y 25 veces mayores, y puede darse aunque los niveles de CD4 no estén muy bajos.

Además, en las personas con VIH cuyo sistema inmunitario está muy debilitado, es decir, con unos niveles de CD4 por debajo de 50, aumentan los riesgos de que, una vez desarrollada, la infección por el herpes zóster comprometa otras partes del cuerpo, como la retina; lo que puede derivar rápidamente en una ceguera, que podría ser permanente si no se trata a tiempo.

Síntomas

Los síntomas del herpes zóster aparecen, por lo general, sin previo aviso y empiezan con una sensación de quemadura, dolor punzante, hormigueo o adormecimiento en la zona afectada. Algunas personas sienten un fuerte picor o molestias más que dolor. Otras, además, pueden presentar también cansancio, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y malestar estomacal.

La erupción típica del VVZ aparece dos o tres días después de que el virus salga de las raíces nerviosas. Se caracteriza por la aparición de manchas rojas en la piel con pequeñas vesículas (ampollas), que son muy similares a las de la fase inicial de la varicela.

A menudo, la erupción se maximiza entre los siguientes tres y cinco días, tras lo cual las ampollas se rompen formando úlceras pequeñas que supuran y, posteriormente, se secan formando costras, que terminan desprendiéndose en las próximas dos o tres semanas y dejan la piel rosada en proceso de cicatrización.

Las lesiones pueden tardar más tiempo en secarse en aquellas personas con VIH cuyo sistema inmunitario se encuentre debilitado.

Suelen aparecer con más frecuencia en la espalda, en la parte superior del abdomen o en la cara.

Tratamiento

Aunque puede ser incómodo e incluso causar dolor intenso, sus síntomas son tratables. Prevenir que se extienda la infección, disminuir el dolor y evitar que la zona se infecte con una bacteria son objetivos del tratamiento.

Las lesiones leves y poco extensas pueden tratarse con pomada (aciclovir), pero en muchas ocasiones es más indicado el tratamiento a base de pastillas (aciclovir, valaciclovir, famciclovir). En algunos casos más graves, podría ser necesaria la administración intravenosa, que puede comportar hospitalización.

Para que el tratamiento oral funcione mejor, se recomienda comenzar a tomarlo dentro de las primeras 72 horas de la aparición de las lesiones cutáneas, por lo que es importante que, si llegas a sentir alguno de los síntomas descritos, contactes con tu médico de cabecera enseguida para iniciar cuanto antes la medicación.

 

 

Histoplasmosis

La histoplasmosis es una enfermedad causada por un hongo llamado Histoplasma capsulatum, que es común en el centro-sur de EE UU, América del Sur, África Central, sureste asiático y Australia, pero muy raro en España u otros países de Europa. Este hongo se encuentra en tierras infectadas por excrementos de pájaros y otros materiales orgánicos.

La histoplasmosis se contrae al inhalar las esporas del hongo que brotan como un extracto de los residuos de los excrementos de los pájaros y de otros materiales orgánicos animales. No se transmite de persona a persona. En aquellas personas que tienen un sistema inmunológico deteriorado, este extracto es capaz de crecer en el torrente sanguíneo y propagarse hacia los pulmones y la piel y, ocasionalmente, a otras partes del cuerpo. Por encima del 90% de las personas con SIDA diagnosticadas de histoplasmosis tienen unos recuentos de células CD4 inferiores a 100 células/mm3.

Síntomas

La histoplasmosis puede causar fiebre, pérdida de peso, lesiones cutáneas, dificultades respiratorias e inflamación del hígado, así como nódulos linfáticos y en el bazo. Con frecuencia, afecta a los huesos, causando anemia, leucopenia y trombocitopenia. También afecta a la piel y el sistema nervioso central (SNC) y, con menor frecuencia, al corazón y los ojos.

La mayoría de las personas infectadas por el Histoplasma capsulatum no manifiesta ningún síntoma de la enfermedad. Esto dependerá, entre otros factores, de lo bajos que sean los recuentos de células CD4: si éstos llegan a descender por debajo de las 100 células/mm3,el hongo podría afectar a otras partes del cuerpo.

Diagnóstico

El diagnóstico de la histoplasmosis se realiza mediante el cultivo de hongos recogidos a través de muestras de la médula espinal. También se puede llevar a cabo el diagnóstico usando la prueba de detección del antígenopolisacárido de Histoplasma capsulatum con muestras de orina o sangre.

Tratamiento

La histoplasmosis rara vez se da en España, y si lo hiciera, se manifestaría más comúnmente en aquellas personas provenientes de países donde esta enfermedad es más habitual.

Las personas que tienen un sistema inmunológico saludable no siempre requieren tratamiento, pero sí las que tienen un sistema inmunológico comprometido; éstas sí necesitan un tratamiento para evitar que la histoplasmosis progrese y sea mortal.

La histoplasmosis se trata en dos fases: inducción (tratamiento inicial de la infección aguda) y mantenimiento (tratamiento en curso para prevenir las reapariciones).

Tomar dosis orales de itraconazol es un eficaz tratamiento de inducción y de posterior mantenimiento para aquellas personas con un diagnóstico de histoplasmosis. Este medicamento se suele dejar de usar cuando se recupera el sistema inmunológico a través del uso de terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA).

Prevención

La profilaxis primaria –es decir, como medida preventiva-– para evitar infecciones como la histoplasmosis no se suele indicar, salvo en zonas donde esta enfermedad es endémica y en aquellas personas con unos recuentos de CD4 inferiores a 100 células/mm3 o que tienen trabajos de alto riesgo de infección por esta dolencia, como la agricultura y la jardinería y en el caso de trabajadores de la obra.

Fuente: Aidsmap / Aidsmeds.

Referencia: Berenguer J, et al. Prevención de las infecciones oportunistas en pacientes adultos y adolescentes infectados por el VIH. Recomendaciones de GESIDA/Plan Nacional sobre el Sida. Enferm Infecc Microbiol Clin 2004; 22(3):160-176.

 

 

Leucoencefalopatía multifocal progresiva

La leucoenfalopatía multifocal progresiva (LMP) es una enfermedad del sistema nervioso central (SNC) cuyo resultado es la destrucción de la funda que cubre los nervios. Esta dolencia afecta a cerca de un 4% de las personas con SIDA.

Empezaremos describiendo qué significado tiene cada una de las palabras que da nombre a esta afección. La leucoencefalopatía indica que la enfermedad afecta a la sustancia blanca del cerebro, específicamente a las células del cerebro llamadas oligodendrocitos. Multifocal hace referencia a que el virus que causa la LMP afecta a diferentes partes del cerebro. Y progresiva se refiere a que la enfermedad empeora con el paso del tiempo.

Causas

La LMP está causada tanto por una infección primaria como por la reactivación de un virus llamado JC –iniciales de la primera persona a la que se le diagnosticó la LMP-, que es un tipo de poliomavirus, una familia de virus que también incluye al virus de papiloma humano (VPH).

Se sabe que el virus JC infecta al 90% de la población general y se adquiere durante la infancia o en las fases tempranas de la edad adulta. El virus permanece latente en los riñones, el tejido linfoide, la médula ósea o los linfocitos, sin producir ningún tipo de síntomas. En adultos o niños con un sistema inmunológico debilitado, el virus puede reactivarse y extenderse hacia el cerebro a través de los linfocitos.

Una vez en el cerebro, el virus JC infecta a unas células llamadas oligodendrocitos, que se encargan de la producción de la funda protectora que se forma alrededor de los nervios -mielina-. Sin esta protección, las células nerviosas mueren y causan lesiones en el cerebro. La disfunción neurológica puede producirse rápidamente y la afección puede causar dolencias graves y mortales.

LMP y SIDA

Antes de la introducción del tratamiento antirretroviralde gran actividad (TARGA), se estimaba que entre el 3 y el 10% de las personas con SIDA desarrollaban LMP y tenían una supervivencia media de entre dos y cuatro meses después del diagnóstico.

La aparición de TARGA ha extendido este tiempo medio de supervivencia en las personas con LMP. Como se señaló al principio, actualmente la LMP afecta a un 4% de las personas con SIDA, y un tercio de los que desarrollan dicha enfermedad fallece al cabo de los dos años del diagnóstico, a pesar del uso de TARGA. Algunos expertos han calculado que las personas con LMP podrían sobrevivir una media de tres o cuatro años, dependiendo del recuento de CD4 que hayan tenido al inicio (Berenguer, 2003).

Síntomas

La LMP puede causar una variedad de síntomas relacionados con el funcionamiento mental: confusión, desorientación, falta de vigor, pérdida de equilibrio, debilidad en los brazos y piernas (normalmente sólo en una parte del cuerpo), visión borrosa o doble, trastornos del habla, pérdida de visión en un ojo, parálisis y coma. En raras ocasiones también se presentan convulsiones.

Muchos síntomas de la LMP son similares a los de otras infecciones oportunistas, como la toxoplasmosis, la meningitis criptocócica o el linfoma del SNC, por lo que resulta crucial realizar un buen diagnóstico de la misma para iniciar un tratamiento lo más adecuado posible.

Diagnóstico

El escáner cerebral realizado a través de una tomografía axial computarizada (TAC) o una resonancia magnética (RM) puede revelar la presencia de lesiones en el cerebro. Para determinar si estas lesiones son causadas por la LMP o por otras infecciones oportunistas o cánceres, se podría llevar a cabo la técnica de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que mediría la presencia o ausencia del ADN del virus JC en una muestra de la médula espinal. Pero la PCR no arroja un diagnóstico definitivo. La biopsia del cerebro, en cambio, ofrece un diagnóstico definitivo con una sensibilidad del 85%, pero es una maniobra peligrosa, especialmente en personas con el sistema inmunológico debilitado.

Tratamiento de la LMP

Ningún tratamiento ha mostrado su eficacia para tratar la LMP. Los investigadores sospechan que las personas que han sobrevivido a esta enfermedad lo hicieron porque respondieron ciertas funciones de su sistema inmunológico que pudieron ser responsables de detener la infección o la destrucción del tejido cerebral.

Con el uso de TARGA ha mejorado considerablemente la inmunidad de las personas con VIH frente a la LMP; en las que tienen unos recuentos de linfocitos CD4 mayores de 200 células/mm3 los síntomas pueden estabilizarse.

Uno de los tratamientos que se ha evaluado para su aplicación junto con TARGA es cidofovir, un antiviral que suele usarse en le tratamiento del citomegalovirus (CMV) y que también es activo frente al virus JC. Se dispone de datos acerca de su utilización en estudios no aleatorizados, en los que parece que mejora la supervivencia; asimismo, parece una opción terapéutica adecuada, sobre todo para las personas que no muestran respuesta a TARGA o que están experimentando el síndrome de reconstitución inmune.

Prevención de la LMP

Por el momento, no se puede prevenir la presencia de la LMP, pero diferentes fuentes señalan que la mejor forma para evitarla es manteniendo el sistema inmunológico saludable.

Fuente: Aidsmap / Aidsmeds / Timely Topics in Medicine.

Referencias: 

  • Berenguer J, et al. Clinical course and prognostic factors of progressive multifocal leukoencephalopathy in patients treated with highly active antiretroviral therapy. Clinical Infectious Diseases 36 (electronic edition), 2003.

  • Podzamczer D, et al. Prevención de las infecciones oportunistas en pacientes adultos y adolescentes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana en la era del tratamiento antirretrovírico de gran actividad. Recomendaciones del Grupo de Estudios del Sida (GESIDA)/Plan Nacional sobre el SIDA. Enferm Infecc Microbiol Clin 2001; 19: 376-392.

 

Elaborado por el equipo de GtT