Mycobacterium y Neumonías

 

Mycobacterium Avium Complex (MAC)

Mycobacterium avium y Mycobacterium intracelular son dos tipos de bacterias muy similares y que, usualmente, se describen como Mycobacterium Avium Complex (MAC).

En las personas con VIH, este tipo de infecciones bacterianas puede afectar de forma localizada (limitándose a una parte del cuerpo) o diseminada (dispersándose a dos o más partes del cuerpo) a los pulmones, el hígado, el bazo, los intestinos y la médula ósea, poniendo incluso en riesgo la vida.

 

¿Dónde están presentes las bacterias?

Las bacterias que causan la infección por MAC se encuentran prácticamente en cualquier lugar: en el agua, el suelo, el polvo, en los alimentos y en distintos animales, por lo que resulta muy fácil que esta bacteria entre en contacto con la mayoría de las personas. Se trata de un microorganismo ubicuo del que no se conocen medidas eficaces para prevenir su adquisición.

 

¿Puedo desarrollar la enfermedad por MAC?

A pesar de que la gran mayoría de las personas tiene estas bacterias en su cuerpo, las que tienen un sistema inmunológico sano pueden controlar que éstas no se desarrollen, con lo que se evita que la enfermedad por MAC se manifieste en el cuerpo. En cambio, quienes tienen un sistema inmunológico debilitado son más propensos a que el MAC se desarrolle. Sin embargo, las estadísticas sobre la incidencia de esta enfermedad son bastante favorables: En un estudio de cohorte que se llevó a cabo en España después de la aparición deTARGA, en el que se incluyeron 200 participantes cuyos recuentos de CD4 eran inferiores a 50 células/mm3, laincidencia de infección diseminada fue de 2 casos por 100 paciente-años.

 

¿Cuáles son los síntomas?

Una vez que el MAC se desarrolla en el cuerpo de una persona, ésta puede experimentar síntomas como fiebre alta, escalofríos, diarrea, pérdida de peso, dolor estomacal y fatiga -que está generalmente causada por anemia-. Si el MAC se disemina hacia otras partes del cuerpo, puede causar infecciones en la sangre, hepatitis, neumonías u otro tipo de problemas que pueden comprometer gravemente la salud de una persona. Pero estos síntomas pueden ser similares a los de otras enfermedades, como la tuberculosis, por lo que habría que confirmar que se trata de MAC a través de un diagnóstico.

 

¿Cómo se diagnostica MAC?

El diagnóstico de MAC se puede realizar a través de la toma de muestras respiratorias, como la de esputos u otras técnicas respiratorias un poco más invasivas (broncoaspirado, cepillado, lavado broncoalveolar, aspirado transtraqueal), biopsia de pulmón o necropsia; gastrointestinales (generalmente consisten en muestras de heces) y, con menor frecuencia, biopsia de colon. Otras muestras que se pueden tomar son las de médula ósea, biopsia hepática, líquido pericárdico. Pero, sin lugar a dudas, el diagnóstico de certeza se alcanza con el hemocultivo y la posterior caracterización de la micobacteria; el resultado de este examen puede demorarse entre una y dos semanas y constituye la técnica más sensible (entre el 90 y el 95%) para el diagnóstico de la infección diseminada por MAC.

 

¿Se puede tratar?

El tratamiento para esta micobacteria puede variar en función de lo diseminada o no que pueda estar la enfermedad y del grado de sensibilidad que se tenga ante los fármacos. Es por esto que no hay pautas estándar para su tratamiento. Por lo general, se usa una combinación de antibióticos que contenga al menos dos fármacos, uno de los cuales podría ser claritromicina o bien azitromicina. El etambutol sería el segundo medicamento que se sugiere tomar junto con alguno de esos dos fármacos. Asimismo, a esta combinación se le puede añadir rifabutina si es que se está ante la presencia de un MAC mucho más grave.

Si alguna persona con MAC no responde al tratamiento o sufre una recaída después de la primera respuesta al tratamiento, se recomienda realizar un examen para verificar si la medicación que se está empleando es activa para el tipo de MAC que tiene la persona en cuestión, lo que se llama un examen de susceptibilidad a fármacos.


Fuentes: Aidsmap / Aidsmeds / Gay Men’s Health Crisis / aidsinfonet.

Referencias:
Berenguer J, et al. Prevención de las infecciones oportunistas en pacientes adultos y adolescentes infectados por el VIH. Recomendaciones de GESIDA/Plan Nacional sobre el Sida. Emfer Infecc Microbiol Clin 2004; 22(3):160-176.

Santos M y Gobernado M. Complejo Mycobacterium avium: Aspectos microbiológicos. Servicio de Microbiología, Hospital La Fe, Valencia.
www.seimc.org/control/revi_Micobac/mac1.htm

 

Neumonía bacteriana

La neumonía bacteriana es una enfermedad común entre las personas con VIH y bajos recuentos de CD4. Se trata de una infección de las vías respiratorias y puede ser causada por varios tipos de bacteria. La neumonía por Streptococcus y por Haemophilus influenzae son las más comunes.

Estas neumonías son consideradas infecciones oportunistas, puesto que se manifiestan y progresan cuando el sistema inmune está muy deteriorado por el avance de la infección por VIH. Las infecciones oportunistas pueden estar causadas por distintos tipos de microorganismos como virus, bacterias, hongos y parásitos.

Los principales síntomas de la neumonía bacteriana son:  fiebre, escalofríos, temblores, dolor en el pecho, aumento de la frecuencia cardiaca, respiración acelerada y dificultad para respirar.

Para el diagnóstico de la neumonía bacteriana se realiza una radiografía del pecho, un análisis de sangre (en el que se busca la bacteria responsable de la enfermedad) y se puede realizar también el examen de una muestra de flema.

Con el fin de poder distinguir entre la neumonía bacteriana y una posible  PCP (neumonía por pneumocistis), se recomienda la prueba de la PCP a las personas con recuentos de CD4 inferiores a 200 células/mm3, signos de deficiencia inmunológica (como la aparición de cándidas) o antecedentes de otras enfermedades relacionadas con inmunosupresión. A veces, también puede ser conveniente realizar la prueba de la tuberculosis, a través del test de la tuberculina.

La neumonía bacteriana se trata fundamentalmente con tres clases de antibióticos:

  • Macrólidos: como azitromicina y eritromicina. Esta clase de antibióticos es eficaz para combatir un gran número de las bacterias causantes de infecciones respiratorias y neumonía.

  • Cefalosporinas: como cefotaxima y ceftriaxona.

  • Fluoroquinolonas: como levofloxacina y moxifloxacina.

A veces estos antibióticos se combinan para conseguir una mayor eficacia en el tratamiento.

Existe una vacuna para la prevención de la neumonía bacteriana causada por el Streptococcus pneumoniae. Las personas con VIH y recuentos de CD4 superiores a 200 células/mm3 pueden solicitar esta vacuna (vacuna neumocócica), que tiene una caducidad de cinco años. Se desaconseja a las personas con el sistema inmunológico muy debilitado.

Ponerse la vacuna de la gripe (cada año) para prevenir la infección viral también reduce el riesgo de desarrollar infecciones bacterianas que podrían derivar en neumonías.

 

 

Neumonía por pneumocistis

La Neumonía por pneumocistis (o PCP) es una infección pulmonar causada por el microorganismoPneumocystis jiroveci (antes llamado Pneumocystis carinii), un hongo que abunda en el medioambiente. Está incluida en la categoría de infecciones oportunistas, puesto que se manifiesta y progresa cuando el sistema inmune está muy deteriorado por el avance de la infección por VIH.

Las infecciones oportunistas pueden estar causadas por distintos tipos de microorganismos como virus, bacterias, hongos y parásitos.

El Pneumocystis jiroveci es controlado por el sistema inmune cuando entra en contacto con él. Sin embargo, en las personas con un sistema inmune debilitado la respuesta disminuye y aumenta el riesgo de desarrollo de neumonía por pneumocistis (PCP). Si no se trata, la PCP puede llegar a ser mortal.

El microorganismo causante de la PCP también puede afectar a otros órganos, inclusive la piel (infección extrapulmonar por pneumocistis).

Con el uso de la terapia antirretroviral de gran actividad y de los fármacos para la prevención de la PCP, los índices de mortalidad entre las personas con VIH a causa de esta enfermedad han descendido drásticamente.

La PCP se diagnostica a través del análisis de fluidos (esputo) o de muestras de tejido del pulmón. Sus síntomas y signos principales son: fiebre junto con tos seca e improductiva (no produce flema), sensación de opresión en el pecho, fatiga, sudores nocturnos y dificultad para respirar.

La profilaxis (medicación para la prevención) de la PCP está indicada cuando los CD4 descienden por debajo de 200 células/mm3 y se administran los mismos fármacos que para el tratamiento de la PCP. Una vez los CD4 suben por encima de 200 y se mantienen estables, es posible interrumpir este tratamiento profiláctico.

Existen varios fármacos para tratar la PCP. El tratamiento de elección es el cotrimoxazol: una combinación de trimetoprima y sulfametoxazol, que según la gravedad puede administrarse por vía oral o intravenosa. Además, para mejorar la respiración también se prescriben corticoides como la prednisona.

Las reacciones alérgicas al sulfametoxazol son habituales. En ese caso existen varios fármacos alternativos, siendo la pentamidina el más usado.

 

 

Elaborado por el equipo de GtT