ViH y tuberculosis

 

 

¿Qué es la tuberculosis?

 

 

La tuberculosis está provocada por una bacteria llamada Mycobacterium tuberculosis o Bacilo de Koch. Los síntomas de la enfermedad incluyen tos, fiebre, sudores nocturnos y una rápida pérdida de peso. En ocasiones también es conocida como tisis.

Imagen: Mycobacterium tuberculosis en los pulmonesLa tuberculosis ha causado enfermedad y muerte durante miles de años. No obstante, el número de casos de tuberculosis disminuyó de forma drástica a mediados del siglo XX gracias a mejoras en el nivel de vida, a una mejor salud general, a unos fármacos antituberculosos efectivos y a unos programas de vacunación. De hecho, el progreso realizado frente a la enfermedad fue tan importante que, a mediados de la década de 1980, la mayoría de los países creían que podrían erradicar completamente la tuberculosis.

Esta pretensión resultó ser demasiado optimista y el número de casos de tuberculosis a escala mundial se ha incrementado, en parte por causa del VIH. La tuberculosis afecta principalmente a adultos jóvenes y a personas de edad avanzada, además de a personas debilitadas por otras enfermedades o desnutridas.

La tuberculosis constituye una enfermedad definitoria de sida en pacientes con VIH y, mundialmente, supone la causa más común de muerte en personas que viven con el virus. En Europa es una de las enfermedades definitorias de sida más habituales, pero en casi todos los casos se dispone de tratamiento.

 

 

Transmisión de la tuberculosis.

 

Las personas con tuberculosis activa –aquélla que el sistema inmunitario no ha sido capaz de controlar– en los pulmones puede transmitir la enfermedad a otras. La tuberculosis se propaga a través del aire cuando una persona con tuberculosis activa tose. Es necesario tener un contacto estrecho con la tuberculosis en un espacio cerrado para que exista un riesgo real de infección.

Se considera que han estado en contacto estrecho las parejas de las personas con tuberculosis, personas que viven en la misma casa y los que la visitan con frecuencia.

Si te han diagnosticado tuberculosis, por lo general el personal de enfermería se encargará de que los contactos cercanos realicen también pruebas diagnósticas. Es poco probable que se puedan infectar, pero es importante contactar con ellas.

Una vez iniciado el tratamiento antituberculoso pronto dejarás de poder transmitir la infección. Mientras tanto, es importante cubrir la boca al toser y lavarte las manos después. Habla con tu enfermera o médico si te preocupa algún tema sobre la transmisión de la tuberculosis.

En raras ocasiones, la tuberculosis puede afectar a la laringe (la parte de la garganta que contiene las cuerdas vocales) y, en este caso, la tuberculosis activa puede propagarse al toser, chillar o estornudar. De forma ocasional, la tuberculosis se puede propagar a partir de heridas abiertas y úlceras.

Sin embargo, no todas las personas con tuberculosis activa en los pulmones pueden transmitir la enfermedad. Por otro lado, la tuberculosis que afecta a los huesos o los ganglios linfáticos no es infecciosa.

Una buena práctica en la atención de personas con VIH y tuberculosis es realizarla en habitaciones individuales (en lugar de en plantas) con “presión negativa”, de manera que el aire es aspirado de la habitación y expulsado fuera del edificio sin que pase al resto del hospital.

En aquellos lugares en los que no pueden tratarse los casos de tuberculosis en una habitación separada, el riesgo de transmisión de la bacteria se reduce manteniendo abiertas las ventanas tanto como sea posible, evitando que el aire pase al resto del hospital y utilizando lámparas ultravioletas, que matan los gérmenes causantes de la tuberculosis.

Si existe el riesgo de que un paciente de un hospital transmita la tuberculosis, quizá debería pedírsele que use una mascarilla, al igual que al personal sanitario que lo atiende y a sus visitas.

 

 

Síntomas.

 

El síntoma más común de la tuberculosis que afecta a los pulmones (llamada habitualmente tuberculosis pulmonar) es una tos que no desaparece y produce flemas o mucosidades que pueden contener sangre

Otros síntomas comunes son: pérdida de peso, escalofríos y fiebre seguidos de sudores, fatiga, sudoración nocturna y, ocasionalmente, dolor en el pecho. Dichos síntomas pueden emerger muy lentamente y son similares a los de otras enfermedades observadas en personas con VIH.

Las personas seropostivas que presentan daños inmunitarios muy graves, la tuberculosis puede diseminarse desde los pulmones hasta cualquier parte del cuerpo. Con frecuencia, afecta a los nódulos linfáticos, causando su inflamación. Otros lugares en los que puede darse la infección por tuberculosis son los intestinos (causando dolor y diarrea grave), la médula espinal (causando entumecimiento u hormigueos), el hígado (causando inflamación) o el cerebro. Si la infección por tuberculosis afecta a este último órgano, pueden producirse síntomas de confusión, cambios de personalidad, convulsiones o dificultades para mover partes del cuerpo.

Si presentas síntomas que sugieren que puedes tener tuberculosis en alguna de estas áreas del organismo, quizá sea necesario realizar algunas pruebas adicionales y recibir tratamiento, además de la terapia antituberculosa estándar.

 

 

Diagnóstico.

 

  • Tuberculosis activa

Debido a que los síntomas de la tuberculosis pueden confundirse con los de otras enfermedades que se observan en personas con VIH, con frecuencia los médicos llevarán a cabo diferentes pruebas para determinar qué está causando la enfermedad. Además, como los síntomas de tuberculosis pueden aparecer lentamente (a menudo a lo largo de un período de meses) pueden ser difíciles de identificar por el paciente o su médico.

La prueba estándar es una radiografía del tórax. La tuberculosis puede presentarse de diferentes modos:

  • La tuberculosis puede causar manchas blancas observables en las radiografías. Pueden tener agujeros o cavidades en su interior.

  • En ocasiones puede darse un fenómeno conocido como “efusión pleural”. Se trata de un fluido pulmonar que aparece como un bloque de color blanco en el fondo del pulmón.

Pueden tomarse muestras de flemas para determinar la presencia de los gérmenes de tuberculosis. Si se detectan, significa que la persona tiene una tuberculosis activa y que puede transmitir la infección a otras personas.

A veces el pulmón se examina con una pequeña cámara introducida por la nariz. Esta prueba se realiza con anestesia local. Se llama broncoscopia y sólo se realizará si los médicos no saben con seguridad cuál es el agente causal de la enfermedad.

También pueden tomarse muestras de tejido (biopsia) del lugar de la infección, empleando anestesia, y examinarlas al microscopio. Una vez más, esta prueba sólo debería realizarse si los médicos no pueden diagnosticar la causa de la infección mediante otros métodos más sencillos.

Cuando se detectan las bacterias causantes de la tuberculosis, se evaluará en el laboratorio a qué fármacos antituberculosos son sensibles. Estas pruebas ayudarán a los médicos a seleccionar el tratamiento más adecuado para ti.

 

  • Tuberculosis latente

También existen pruebas para determinar si una persona tiene tuberculosis latente –es decir, presente en el cuerpo, pero que no está causando enfermedad–.

Para diagnosticar la tuberculosis latente también pueden ser útiles las radiografías torácicas. El tejido cicatricial contiene, con frecuencia, calcificaciones alrededor de la zona con tuberculosis, y se ven como una especie de “sombra”.

Otra prueba diagnóstica es la conocida como Mantoux o prueba cutánea de la tuberculina (prueba PPD [derivado proteínico purificado, en sus siglas en inglés]). Esta prueba implica la inyección en la piel de una pequeña cantidad de proteínas de la tuberculosis purificadas. Tras unos días, el área de inyección puede mostrar una reacción de enrojecimiento o endurecimiento.

Cuanto mayor sea el tamaño de esta reacción, mayor será la probabilidad de que la persona haya sido infectada por tuberculosis en el pasado, y presente una infección en fase activa o latente.

Sin embargo, la ausencia de reacción no prueba que una persona no tenga la tuberculosis. Este hecho es particularmente importante en personas con sistemas inmunitarios muy debilitados. Además, la prueba Mantoux no produce resultados muy precisos en personas que han recibido la vacuna BCG (encontrarás más información al respecto en la siguiente sección). En Europa, esta vacuna se administra a la mayoría de los niños en edad escolar.

Existe una nueva prueba sanguínea más fiable y rápida denominada T SPOT-TB. Evalúa la presencia de unas células inmunitarias clave llamadas linfocitos-T, que el cuerpo produce en respuesta a la tuberculosis. Existen algunas pruebas científicas que evidencian que es capaz de realizar la detección de tuberculosis de forma más precisa que la prueba Mantoux en personas con un sistema inmunitario debilitado a causa del VIH.

 

 

Prevención de la tuberculosis

 

  • Vacunación

Hasta el año 2005, los niños escolarizados en la mayoría de países europeos eran vacunados frente a la tuberculosis con la 

vacuna BCG. Sin embargo, esta vacuna no ofrece protección completa frente a esta infección y se han dado casos de personas que recibieron la vacuna BCG siendo niños y posteriormente desarrollaron tuberculosis. Actualmente, la política al respecto ha cambiado, y mientras en algunos países se sigue vacunando a todos los niños, otros toman decisiones caso por caso y otros sólo usan la vacuna en grupos específicos de población.

Las personas con VIH no deberían recibir la vacuna BCG, ya que se trata de una vacuna con bacterias vivas que podría causar una enfermedad parecida a la tuberculosis.

Mejorar el sistema inmunitario con el tratamiento antirretroviral

Una de las mejores maneras de prevenir la tuberculosis en personas con VIH es mejorando el sistema inmunitario. El tratamiento con combinaciones de antirretrovirales efectivas consigue potenciar el sistema inmunitario, permitiéndole luchar contra la tuberculosis y otras infecciones.

 

  • Toma de fármacos antituberculosos (profilaxis)

En ocasiones, a los pacientes con tuberculosis latente se les administra fármacos antituberculosos o medicamentos que previenen la activación de la infección. Las personas que han estado en contacto cercano con aquéllas con tuberculosis también pueden recibir un antituberculoso para prevenir la infección.

El fármaco usado normalmente es la isoniazida, que debe ser administrada durante al menos seis meses. A veces se puede administrar una combinación de isoniazida con otro fármaco, rifampicina, durante 4 meses. Se recomienda que las personas con VIH provenientes de comunidades con niveles elevados de tuberculosis, tales como África o el subcontinente indio, reciban este tratamiento profiláctico si su prueba Mantoux resulta positiva. También se recomienda que las personas con VIH que han estado en contacto cercano con personas con tuberculosis activa reciban este tratamiento. Deberías consultar con tu médico si crees que éste es tu caso.

Isoniazida puede causar efectos secundarios e interaccionar con algunos antirretrovirales, en particular didanosina (ddI, Videx®) y estavudina (d4T, Zerit®). Puede ser necesario hablar con tu médico sobre tu tratamiento anti-VIH si utilizas alguno de estos fármacos y necesitas tomar isoniazida.

Este medicamento puede resultar dañino para el hígado, por lo que tu función hepática será monitorizada estrechamente mientras lo estés tomando.

 

  • Ayúdate a ti mismo

Comer bien, dormir lo suficiente y estar en ambientes secos y bien ventilados te ayudará a evitar la tuberculosis o mantenerte en buen estado si has sido expuesto a la enfermedad o tienes tuberculosis latente.

Si no puedes comer adecuadamente o tienes problemas con la humedad o la ventilación de casa, es importante que solicites ayuda y asesoramiento. Puedes consultar con tu médico o con un trabajador social para solicitar ayuda. Quizá haya alguna asociación sobre VIH local que pueda ayudarte a valorar diferentes opciones y darte apoyo y ayuda. 

Si entras en contacto con una persona con tuberculosis, como un familiar, compañero de piso o amigo, deberías contactar con tu médico tan rápido como sea posible para realizar pruebas que determinen si te has infectado.