Como afecta el VIH a nuestro organismo
Para defendernos contra los agentes externos que pueden poner en peligro nuestra salud, el organismo dedica una gran cantidad de recursos: muchos tipos de células y moléculas diferentes que forman una amplia red de vigilancia y actuación que se conoce como sistema inmunológico o inmune.
Estos tipos celulares ejercen funciones muy diferentes, aunque las acciones de todos y cada uno de ellos dependen en gran medida del resto.
Al inicio de la infección, el sistema inmunológico responde a la agresión del VIH del mismo modo que lo haría ante cualquier otro virus. Se pueden presentar entonces algunos síntomas típicos, tales como: fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor de cabeza, tos, etc. Esta fase se conoce como infección aguda y no suele detectarse presencia de virus en la sangre; la persona estaría en lo que se llama "periodo ventana", el cual suele durar unos tres meses, desde que se tiene contacto con el virus hasta que se percibe una respuesta del sistema inmune porque se detectan en la sangre los llamados anticuerpos (moléculas creadas por los linfocitos B para luchar contra el virus).
En la que, mientras el sistema inmunológico continúa su lucha contra el VIH, éste se está replicando rápidamente. Si entonces el sistema inmune no cuenta con ayuda externa (farmacológica), tarde o temprano terminará claudicando ante el ataque del VIH, por lo que será necesario que la persona controle médicamente su nivel de defensas (linfocitos T CD4 por mm3) y la carga viral (número de copias del virus por ml de sangre). El objetivo fundamental y prioritario es mantener un número elevado de linfocitos T y mantener un número bajo (indetectable) de carga viral, algo que sólo se puede conseguir mediante una adecuada atención médica.